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Este comentario dejé en su blog:
Hola dr. Cavallo
Soy Adal, el hippie viejo, tengo un blog(soy una especie de hippie viejo todo junto) en blogspot(no pongo la dirección ya que dice aquí que lo toma como spam, pero en Google me encuentra fácil como Boca Juniors mi equipo y mi pasión, desde hace un tiempo es un blog político) y apoyo al gobierno de Cristina.
Me gustaría, si usted quiere y puede, hacerle un reportaje virtual, serían ocho o nueve preguntas solamente-le mandaría en un archivo adjunto las preguntas y usted las contestaría de la misma manera- Por supuesto no agregaría ni un punto ni una coma a sus respuestas, tal como lo hice en mi primer reportaje al dr. López Murphy que gentilemente accedió.
Esperando su respuesta lo saludo atentamente.
Adal-el hippie viejo.
Le pedí una entrevista virtual
-espero la conceda-.
Leí en su blog-aquí- que él tiene una solución para esta crisis del Fondo del Bicentenario.
Dice que los Kirchner se ahogan en un vaso de agua y también dice que...
Cuando uno ve que los Kirchner y sus colaboradores se están ahogando en un vaso de agua, comienza a dudar de que sean capaces de enfrentar la tormenta que se avecina.
¿Por qué digo que se están ahogando en un vaso de agua? Porque teniendo una forma muy sencilla de usar, legítimamente, parte de las reservas para pagar deudas o atender cualquier otro tipo de gasto autorizado por la Ley de Presupuesto, se han metido, innecesariamente, en un lío institucional mayúsculo que destruye todo vestigio de credibilidad.
Comienzo explicando la forma sencilla de superar el problema. El Gobierno debe pedirle prestado a los Bancos los mismos montos que los Bancos le prestaron al Banco Central para que éste compre reservas. Los bancos podrán satisfacer esta demanda en la medida que el Banco Central les devuelva el dinero que ellos le prestaron a través de las Lebacs. La forma práctica de llevar a cabo esta operación, sin ningún sobresalto monetario inicial, es ofreciendo a los bancos tenedores de Letras del Banco Central (Lebacs), un canje de esos títulos por Letras del Tesoro, a los mismos plazos y con las tasas de interés que surjan de una subasta.
Una vez que el Gobierno sea tenedor de Lebacs, sólo tiene que pedirle al Banco Central que, a medida que las mismas vayan tornándose exigibles, deposite su importe en una cuenta del Gobierno en esa institución. A lo sumo, para que esta cuenta sea operativa, el Gobierno tendrá que esperar que vayan venciendo las Lebacs. Pero estas son todas de corto plazo, así que la espera será corta. A partir de que el Gobierno tenga estos fondos depositados en el Banco Central, si necesita hacerse de recursos para pagar cualquier gasto, incluidos pagos al exterior, solo tiene que girar contra su cuenta en aquella institución.
Por supuesto, a partir de este canje de Lebacs por Letras del Tesoro, la responsabilidad de seguir manteniendo abierto el crédito del Tesoro en el mercado interno y externo pasará a ser, como siempre debió haber sido, del Gobierno y no del Banco Central. Para esa gestión el Gobierno tiene a su Ministerio de Economía y Finanzas, el que tendrá que manejarse con inteligencia y profesionalidad para mejorar el crédito público.
Esta simple operación tiene un importante efecto de transparencia: quedará claro que las reservas con que estarán financiando los gastos son fruto del endeudamiento del Tesoro y no de un superávit fiscal. Se sincerará la deuda del Tesoro, porque a la que se viene publicando habrá que sumarle el monto de las nuevas Letras del Tesoro que se utilizarán para comprar las Lebacs. En s{intesis, el Gobierno pasará a tener derecho a usar todas las reservas que han sido financiadas con Lebacs, pero también se hará cargo de la deuda con las que esas reservas se compraron.
El Banco Central será responsable del manejo de las reservas que tienen como contrapartida la base monetaria y los encajes de los depósitos en dólares del sistema financiero, más las que el Gobierno decida mantener depositadas en esa institución. No deberá enredarse en cuestiones relativas al manejo de la deuda del Gobierno ni del financiamiento de su déficit, salvo en las proporciones y con los límites que le marca su carta orgánica.
Por supuesto, el Gobierno no podrá sostener el absurdo argumento de que quiere utilizar las reservas porque el Banco Central sólo le saca un rendimiento del 1 % cuando la deuda del gobierno cuesta 15%. Las reservas, mientras se mantengan en forma líquida y segura rendirán muy poco, pero el costo de su financiamiento es mucho más elevado. Quedará claro que el costo de oportunidad de los recursos que el Gobierno estará utilizando para cubrir sus gastos, sean pagos de los servicios de su deuda o de cualquier otro tipo de obligación, es la tasa de Letras del Tesoro y no el rendimiento que hoy tienen las reservas.
Instrumentada esta solución sencilla, legítima y transparente, el Gobierno no necesitará insistir con el DNU que creó el Fondo del Bicentenario. En todo caso podrá decirle a los acreedores que la mejor garantía del pago de sus deudas son los depósitos que el Gobierno tiene constituidos en el Banco Central. Y si quiere crear con ellos un Fondo del Bicentenario, podrá hacerlo por decreto simple, reasignando partidas del Presupuesto Nacional.
Se habrán superado instantáneamente todas las causales de conflicto entre el Banco Central y el Gobierno, cada uno podrá dedicarse a cumplir con lo que es su responsabilidad y, si Mario Blejer les acepta ser Ministro de Economía y Finanzas podrán tener un manejo profesional de las finanzas gubernamentales. S{olo el Ministro de Econom{ia y Finanzas, no el presidente del Banco Central, tiene las herramientas y atribuciones para cuidar el crédito público.
Eso sí, no deben quitarle al Banco Central su responsabilidad en materia de manejo monetario y lucha contra la inflación! Lo único que deben pedirle al Banco Central es que así como no puede darle cantidades ilimitadas de financiamiento al Tesoro, tampoco debe emitir instrumentos de deuda que compitan con las Letras del Tesoro.
Y los Bancos tendrán que hacerse responsables de los riesgos que asumen cuando le prestan al Gobierno, igual que cuando le prestan a cualquier otro cliente. Mientras los Bancos cobren sus intereses y créditos directamente del Banco Central, se sentirán demasiado seguros, cualquiera sea la magnitud del déficit fiscal. Pero eso significa desmerecer su rol de banqueros. Nadie mejor que ellos para evaluar los riesgos de prestar dinero al Gobierno.
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